La protesta de las pancartas continúa avanzando poco a poco y es un logro incontestable y muy de agradecer el de haber atraído la atención pública sobre un problema ya demasiado antiguo pero cada vez más lacerante. En las últimas semanas, los diarios se han lanzado a publicar noticias sobre la degradación de nuestro barrio y el tema está teniendo un gran impacto.
Y es que el lema es impecable: “Queremos un barrio digno”. Sin embargo, de momento, nadie se ha lanzado a perfilar cuales son las condiciones mínimas que deberían darse para que el Raval llegue a ser algún día un barrio “digno”. A mi juicio, sería importante hacerlo para saber si la tarea de dar un mínimo de dignidad a este barrio es posible o si, por el contrario, es una mera utopía que acabará aplastada por la realidad que se acaba imponiendo (o que nos acaban imponiendo).
Algunos ya han llamado la atención sobre esta cierta indefinición de objetivos y han puesto el dedo en la llaga del problema: es posible que, dada la radical heterogeneidad del Raval, las opiniones e intereses sobre el particular sean en realidad tan dispares que, en la práctica, un consenso sobre estas condiciones no llegue a ser posible, de manera que la protesta se acabe dividiendo en demasiados frentes y pierda fuerza hasta quedar totalmente diluida cuando la atención de la opinión pública pase a otro tema. De esta manera, se llevarían al final la razón aquellos que se cargan de cinismo cada vez que dicen que "las ordenanzas no sirven para nada" porque “el Chino" siempre ha sido así y que en realidad quieren decir: “por mí, que siga como está, que ya nos va bien como válvula de escape donde dar rienda suelta a las más bajas pasiones colectivas”.
A veces tengo la sensación de que si nadie se atreve a lanzar la primera piedra es porque, en el fondo, los vecinos de este barrio eternamente marginado tenemos miedo de que, si insistimos demasiado, a la hora de la verdad, los pequeños éxitos que ahora se están cosechando acaben siendo un mero espejismo.
Superando este miedo, yo me atrevo a lanzar al ciberespacio mi propia wishlist, o carta a los Reyes Magos, en forma de propuestas concretas por donde se podría empezar. Como los problemas son casi interminables, será una lista por entregas a partir de mañana.
VOLEM UN BARRI DIGNE.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
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Es cierto que para cada cual, la dignidad del barrio significa una cosa diferente. La unión de los vecinos que desean un barrio digno debe tener en cuenta esas diferencias.
ResponderEliminarA algunos vecinos les molesta la suciedad, otros están preocupados por el tráfico y consumo de droga en plena calle, otros por la prostitución callejera; cada calle del Raval es un microcosmos. Creo que a todos nos tiene que importar que el vecino del raval no se vea amedrentado, intimidado o violentado por los que quieren que las calles del Raval sean "su territorio" de explotación delictiva. Aquí sí que creo que hay una línea clara. ¿A qué lado de la ley estamos? ¿Defendemos a los criminales o a las víctimas? ¿A los que se lucran de forma ilícita e inmoral o a los que sólo desean vivir tranquilamente? ¿A los que respetan al prójimo o a los incívicos?
Entiendo que uno de estos dos bandos es el que nos llevará a un barrio digno.